jueves, 2 de septiembre de 2010

Si es cuestión de confesar.

No quiero que te preocupes por nada, yo estoy aquí porque... porque me gustas. Sí, no pongas esa cara, me gustas, y cada día más. No imaginas lo que me está costando decirte esto, bueno supongo que si lo imaginas, porque eres igual que yo. Pero tranquilo, no voy a decirte que te quiero, al menos te concederé esa tregua; te prometo que no voy a decirlo, no puedo, porque tengo miedo. Por eso te estoy hablando sin mirarte a los ojos, porque tengo miedo de lo que puedo encontrar en ellos, o aún peor, de lo que no pueda encontrar.